Texto histórico: La carga del hombre blanco

TEXTO HISTÓRICO PARA COMENTAR

La carga del hombre blanco por Rudyard Kipling


Texto del escritor Rudyard Kipling publicado originalmente en la revista popular McClure's en 1899, con el subtítulo «The United States and the Philippine Islands», justificando el imperialismo como una misión civilizadora del hombre blanco.


Llevad la carga del Hombre Blanco.
Enviad adelante a los mejores de entre vosotros;
Vamos, atad a vuestros hijos al exilio
Para servir a las necesidades de vuestros cautivos;
Para servir, con equipo de combate,
A naciones tumultuosas y salvajes;
Vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
Mitad demonios y mitad niños.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Con paciencia para sufrir,
Para ocultar la amenaza del terror
Y poner a prueba el orgullo que se ostenta;
Por medio de un discurso abierto y simple,
Cien veces purificado,
Buscar la ganancia de otros
Y trabajar en provecho de otros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Las salvajes guerras por la paz,
Llenad la boca del Hambre,
Y ordenad el cese de la enfermedad;
Y cuando vuestro objetivo este más cerca
En pro de los demás,
Contemplad a la pereza e ignorancia salvaje
Llevar toda vuestra esperanza hacia la nada.

Llevad la carga del Hombre Blanco.
No el gobierno de hierro de los reyes,
Sino el trabajo del siervo y el barrendero,
El relato de cosas comunes.
Las puertas por las que vosotros no entrareis,
Los caminos por los que vosotros no transitareis,
Vamos, hacedlos con vuestra vida
Y marcadlos con vuestra muerte.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Y cosechad su vieja recompensa
La reprobación de vuestros superiores
El odio de aquellos que protegéis,
El llanto de las huestes que conducís
(¡Tan laboriosamente!) hacia la luz:
“Oh amada noche egipcia,
¿Por qué nos librasteis de la esclavitud?,

Llevad la carga del Hombre Blanco,
No oséis rebajaros,
Ni clamar ruidosamente por la Libertad,
Para encubrir vuestro cansancio.
Por todo lo que gritáis o susurráis,
Por todo lo que hagáis o dejéis de hacer,
Los silenciosos y descontentos pueblos
Os juzgarán a vuestro Dios y a vosotros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Olvidad esos tiempos de la infancia,
Los laureles ligeramente concedidos,
La fama fácil y sin fundamento;
Venid ahora, a buscar vuestra hombría,
A través de todos los años ingratos,
Frutos, aguzados con la costosa sabiduría,
El juicio de vuestros pares.

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Texto histórico: Carta de Cecil Rhodes a Stead

Magnífico texto sobre el colonialismo en boca de una de sus mayores figuras, Cecil Rhodes. No hace falta más texto.

Cecil Rhodes

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Estaba ayer en el East End y asistí a una reunión de parados. Escuché fuertes discusiones. No se oía mas que un grito: "pan, pan". Cuando regresé a mi casa me sentí todavía más convencido de la importancia del imperialismo (...). Para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una mortífera guerra civil, nosotros, los colonizadores, debemos conquistar nuevas tierras para instalar en ellas el excedente de nuestra población y encontrar nuevas salidas a los productos de nuestras fábricas."
Sir Cecil Rhodes. Carta al periodista Stead. 1895.
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Texto histórico: Discurso de investidura del presidente Franklin D. Roosevelt: La prioridad es poner a la gente a trabajar

Gran texto para explicar la política de Franklin Delano Roosevelt y el New Deal





Franklin Delano Roosevelt

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  "La Prioridad es poner la Gente a Trabajar"
"Presidente Hoover, presidente de la Corte Suprema, amigos:


Hoy es un día de consagración nacional, y estoy seguro de que mis conciudadanos estadounidenses esperan que, en mi investidura a la Presidencia, me dirija a ellos con la sinceridad y la determinación que exige la actual situación de nuestro país. Este, en especial, es el momento de decir la verdad, toda la verdad, con franqueza y valor. No debemos rehuir, debemos hacer frente sin temor a la situación actual de nuestro país.

Esta gran nación resistirá como lo ha hecho hasta ahora, resurgirá y prosperará. Por tanto, ante todo, permítanme asegurarles mi firme convicción de que a lo único que debemos temer es al temor mismo, a un terror indescriptible, sin causa ni justificación, que paralice los arrestos necesarios para convertir el retroceso en progreso.

En toda situación adversa de la historia de nuestra nación, un gobierno franco y enérgico ha contado con la comprensión y el apoyo del pueblo, fundamentales para la victoria. Estoy convencido de que el gobierno volverá a contar con su apoyo en estos días críticos. Con dicho espíritu, por mi parte y por la de ustedes, nos enfrentamos a nuestras problemáticas comunes que, gracias a Dios, sólo entrañan cuestiones materiales.

Los valores han caído hasta niveles inverosímiles, han subido los impuestos, los recursos económicos del pueblo han disminuido, el gobierno se enfrenta a una grave reducción de ingresos, los medios de pago de las corrientes mercantiles se han congelado, las hojas marchitas del sector industrial se esparcen por todas partes, los agricultores no hallan mercados para su producción, miles de familias han perdido sus ahorros de muchos años. Y lo más importante, gran cantidad de ciudadanos desempleados se enfrenta al triste problema de la subsistencia, y un número igual trabaja arduamente con escasos rendimientos.

Únicamente un optimista ingenuo negaría la trágica realidad de la situación. Sin embargo, nuestras penurias no se derivan de una carencia de recursos. No sufrimos una plaga de langostas. En comparación con los peligros que nuestros antepasados vencieron gracias a su fe y a su coraje, aún tenemos mucho por lo que sentirnos agradecidos. La naturaleza continúa ofreciéndonos su exuberante abundancia, y los denuedos humanos la han multiplicado. A nuestros pies se extiende una gran riqueza; no obstante, su generosa distribución languidece a la vista de cómo se administra.

Primordialmente, esto se debe a que quienes gestionan el intercambio de los bienes de la humanidad han fracasado a causa de su obstinación e incompetencia, han admitido dicho fracaso y han dimitido. Las prácticas de los cambistas poco escrupulosos comparecen en el banquillo de los acusados ante el tribunal de la opinión pública, repudiados por los corazones y por las mentes de los hombres.

Ahora debemos devolver a ese templo sus antiguos valores. La magnitud de la recuperación depende de la medida en que apliquemos valores sociales más nobles que el mero beneficio económico. La felicidad no radica en la mera posesión de dinero; radica en la satisfacción del logro, en la emoción del esfuerzo creativo. La satisfacción y el estímulo moral del trabajo no deben volverse a olvidar en la irreflexiva persecución de beneficios fugaces.

La recuperación no sólo reclama cambios en la ética. Este país exige acción, y una acción inmediata. Nuestro mayor y primordial empeño es el de poner a la gente a trabajar. No es un problema insoluble si nos enfrentamos a él con juicio y arrojo. Como política personal práctica, soy partidario de solucionar primero los problemas más acuciantes. No escatimaré esfuerzos en recomponer el mercado mundial mediante un reajuste económico internacional. No obstante, la situación de emergencia nacional no puede esperar a que esto se vea cumplido. La idea fundamental en la que se basan estas medidas específicas para la recuperación de nuestro país no se restringe sólo al ámbito nacional. Es la insistencia, como primer factor para tener en cuenta, en la interdependencia de los diferentes elementos y territorios de los Estados Unidos; el reconocimiento de la vieja, y siempre importante, manifestación del espíritu estadounidense del pionero. Es el camino hacia la recuperación. Es el camino inmediato. Es la profunda convicción de que la recuperación será perdurable.

En el ámbito de la política internacional, consagraría este país a la política del buen vecino; del vecino que se respeta a sí mismo con resolución porque, al hacerlo, respeta los derechos del resto; del vecino que respeta sus compromisos y la inviolabilidad de sus acuerdos con una comunidad de vecinos mundial de la que forma parte. Si interpreto bien el ánimo de nuestro pueblo, es ahora cuando comprendemos, como nunca antes lo habíamos hecho, nuestra interdependencia; que no podemos limitarnos a tomar, sino que también debemos ofrecer.

Sé que estamos preparados y dispuestos a someter nuestras vidas y nuestros bienes a dicha disciplina porque es la que hace posible un gobierno con miras a un bien mayor. Esto es lo que me propongo ofrecerles, con la promesa de que estos propósitos supremos nos hermanarán a todos, como si se tratara de un compromiso sagrado, en una unidad en el deber sólo promovida hasta la fecha en tiempos de conflictos armados.

Al amparo de mi deber constitucional, estoy dispuesto a recomendar las medidas que requiera una nación abatida en medio de un mundo abatido. Con el poder que me otorga la autoridad constitucional, trataré de llevar a una rápida adopción estas medidas o aquellas otras que el Congreso elabore a partir de su experiencia y su sabiduría. No obstante, en el caso de que el Congreso fracase en la adopción de uno de estos dos caminos, y en el caso de que la emergencia nacional siga siendo crítica, no eludiré el claro cumplimiento del deber al que habré de enfrentarme. Pediré al Congreso el único instrumento que queda para enfrentarse a la crisis: un amplio poder ejecutivo para librar una batalla contra la emergencia, equivalente al que se me concedería si estuviéramos siendo invadidos por un enemigo.

A cambio de la confianza en mí depositada, devolveré el coraje y la entrega que requieren estos tiempos. Es lo mínimo que puedo hacer. Nos enfrentamos a los arduos días que nos depara el futuro con la cálida resolución de la unidad nacional, con la conciencia tranquila del que busca viejos e inestimables valores morales, con la clara satisfacción que produce el cumplimiento del deber por parte de ancianos y jóvenes por igual.

Aspiramos a la seguridad de una vida nacional equilibrada y perdurable. No desconfiamos del futuro de la democracia fundamental. El pueblo de los Estados Unidos no ha fracasado. En su momento de necesidad nos ha transmitido el mandato de que desea una acción directa y enérgica. Ha exigido al gobierno disciplina y dirección. Me ha convertido en el actual instrumento de sus deseos. Lo acepto como si fuera un regalo. En este día inaugural, pedimos con humildad la bendición de Dios. ¡Que nos proteja a todos y a cada uno de nosotros! ¡Que me guíe en los días venideros!"
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Texto histórico: El crack del 29 visto por Groucho Marx

Este es en mi opinión uno de los mejores textos que se pueden usar para explicar el crack del 29



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"...Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor.

Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días.

Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo: - Hace un ratito han subido dos individuos,, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation" […]

Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acababa de desayunar y todavía iba en batín. -En el vestíbulo de este hotel están las officinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia. -Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hhasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros! De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero.

El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro: -Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta. Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro. El agente incluso nos felicitó. Dijo: - No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.

El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran "arriba, arriba, arriba". Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar. Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente. -Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegará más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Luego añadió: -¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos miserables dos mil semanales que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway. -Max -contesté-, no hay duda de que tu conssejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlin y con mi productor Sam Harris. Los que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlin y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company.

Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […] El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije: -Max, ¿cuánto tiempo durará esto? Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson. -Hermano, ¡todavía no has visto nada!

Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo. - No sé gran cosa sobre Wall Street - empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones? Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo: - Señor Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro. - Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo? Adecuadamente castigado y amansado, respondió: - Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, pero éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane. Con cierto cansancio pregunté: -¿Cree que es una buena compra? -No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.) -Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas

Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses.

En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (1) (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace […] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fue a verle en su camerino. […] Encanto -prosiguió Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo? Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí. Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo: -Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -Dulzura -respondí (a este juego pueden juggar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas? Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme. -¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores . Luego consultó su reloj y dijo: -Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya cerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a 156… ¡y a 156 es un robo! Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figúrese, si no llego a ir aquella tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia. A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de inversiones de América

Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street. Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión.

De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: "Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse."

Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país. El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición.

Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente.

Luego, un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y sencillamente se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡la broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo...se suicidó.

En toda la bazofia escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías. Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción.

El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación..."

Groucho Marx
Groucho y yo (1959)

Edición de Tusquets Editores (1995)

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Texto histórico: Fragmento del Mi Lucha

Fragmento del Mein Kamp. Un buen texto para comentar la ideología nazi.


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“El judío se hace también intempestivamente liberal y se muestra un entusiasta del progreso necesario a la humanidad. Poco a poco llega a hacerse de ese modo el portavoz de una nueva época.
Pero lo cierto es que él continúa destruyendo radicalmente los fundamentos de una economía realmente útil al pueblo. Indirectamente, adquiriendo acciones industriales, se introduce en el círculo de la producción nacional; convierte esta en un objeto de fácil especulación mercantilista, despojando a las industrias y fábricas de su base de propiedad personal. De aquí nace aquel alejamiento subjetivo entre el patrón y el trabajador que conduce más tarde a la división política de las clases sociales.
Al cabo de todo, gracias a la bolsa, crece con extraordinaria rapidez la influencia del judío en el terreno económico. Asume el carácter de propietario o por lo menos el de controlador de las fuentes nacionales de producción.
Para reforzar su posición política, el judío trata de eliminar las barreras establecidas en el orden social y civil que todavía le molestan a cada paso. Se empeña, con la tenacidad que le es peculiar, en favor de la tolerancia religiosa y tiene en la francmasonería, que cayó completamente en sus manos, un magnífico instrumento para cohonestar y lograr la realización de sus fines.
Los círculos oficiales, del mismo modo que las esferas superiores de la burguesía política y económica, se dejan coger insensiblemente en el garlito judío por medio de lazos masónicos. Pero el pueblo mismo no cae en la fina red de la francmasonería; para reducirlo sería me¬nester valerse de recursos más torpes, pero no por eso menos eficaces.
Junto a la francmasonería está la prensa como una segunda arma al servicio del judaísmo. Con rara perseverancia y suma habilidad sabe el judío apoderarse de la prensa, mediante cuya ayuda comienza paulatinamente a cercar ya sofisticar, a manejar ya mover el conjunto de la vida pública (…).
Mientras el judío parece desbordarse en el ansia de «luces», de «progresos», de «libertades», de «humanidad», etc., practica íntimamente un estricto exclusivismo de su raza. Si bien es cierto que a menudo fomenta el matrimonio de judías con cristianos influyentes, en cambio, sabe mantener pura su descendencia masculina. Envenena la sangre de otros, en tanto que conserva incontaminado la suya propia. Rara vez el judío se casa con una cristiana, pero sí el cristiano con una judía. Los bastardos de tales uniones tienden siempre aliado judío. Esta es la razón por la cual, ante todo, una parte de la alta nobleza está degenerando completamente. Esto lo sabe el judío muy bien y practica por eso sistemáticamente este modo de «desarmar» a la clase dirigente de sus adversarios de raza.
Para disimular sus manejos y adormecer a sus víctimas no cesa de hablar de la igualdad de todos los hombres, sin diferencia de raza ni color. Los imbéciles se dejan persuadir (…)”.

Adolf Hitler. Mi lucha. 1924.
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Texto histórico: Carta Puebla de Madridejos

Carta Puebla de Madridejos (Toledo) en castellano original y actualizado.



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En el nombre de Dios, amén. Sepan todos, presentes y futuros, que yo, frey Ruy  Pérez  Comendador de  Consuegra en  uno con  todo el convento y por mandamiento del prior don Ferrand  Ruíz, Prior de  Castilla y de León, a vos el Consejo de Madridejos damos carta de nuestra heredad que la partáis a 50 pobladores y os otorgamos  que tengáis  el fuero de Consuegra, y todo poblador que en Madridejos labrare con bueyes o con bestias pague a la orden por San Miguel medio maravedí y el que no labre con bueyes ni con bestias pague un cuarto, y desde que pagare medio  maravedí, y labrare con  dos yugos, no pague más del medio maravedí y  todo el poblador que en Madridejos viniere a poblar que no pague hasta tres años después  de hecha esta carta. La orden que tenga la iglesia y el horno de la poya cueza treinta panes y el que quisiere haga horno en su casa mas no lo preste a otro y si cociere y se lo probare pague un  maravedí y  derríbesele el horno. Y  ninguno  pueda  vender heredad hasta que no pague por ello, sea huerto cerrado o casa y desde que pague por la heredad, pueda venderla y hacer de ella  como cada hombre hace de lo suyo mismo, y téngalo para hijo y para nieto, para dar y para empeñar y hacer de ello lo que  quisiere, mas a tal hombre que se lo dé o empeñe, que sea vasallo de la orden, todo poblador de Madridejos que tenga caballo que valga 20 maravedís o  tenga en  la villa de  Consuegra casa  habitada,  que no pague el medio maravedí del coto.  Os damos que tengáis por  término así como va el río de Consuegra para Camuñas hasta llegar al camino que va de  Madridejos a Camuñas y como atraviesa de ahí a la cañada que viene de la Cabeza  Perdiguera lo que es contra la sierra de los pobladores y el Val de la  Orden y de la  Camuñela, como va lo más  derecho que  puede a la encina que está en el camino de Tirez, la que dicen Pozadas Ricas, y como atraviesa el camino que va para Tirez por el Villarejo Toboso, lo que es contra la Cabeza  del  Conde es de  Madridejos y de así como parte de  Consuegra.  Hecha la carta del día primero de enero,  año de la  encarnación de Dios de 1238,  firmados Pedro Martínez, socomendador, Pedro Alvarez, Fernando  Fernández, Fray  Gutiérrez, Fray Fortun  Sánchez, Comendador de  Alcázar, Fernando  Peláez, Comendador de Tirez, fray  Jimeno, Comendador de  Madridejos, seglares, Pedro de Estevanía, el juez D. Isidro  Alcalde, Martín Pariente, Alcalde y el andador Domingo Pérez, Jurados, Domingo Juan de  Fuentidueña y  Diego Velasco Escribano. Pedro Velázquez escribió esta carta. 
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In Dei nómine amén. Notum sit Omnibus tan presentibus quam futuris quod ego frey Ruy Pérez Comendador de Consuegra, en uno con todo el Convento, e por mandamiento del Prior D. Ferrant Ruiz Prior de Castilla e de León, a Vos el Consejo de Madridejos facemos Vos carta de nuestra Heredat, que la partades a 50 pobladores e otorgamos  Vos que ganades el fuero  de Consuegra, e todo poblador que en Madridejos labrare con bueyes o con bestias, peche a la  Orden por San  Miguel medio maravedí, e  el que no  labrare con bueyes ni con bestias, peche una cuarta e desque pechare el medio maravedí, el que labrare con bueyes o con bestias, de si labrare con dos yugos si los hoviere e non peche más del medio maravedí e todo el poblador que en Madridejos viniere poblar que non peche fasta tres años de la era de esta carta e la Orden que aya la Iglesia o el forno de la poya, e cuega 30 panes  el uno, e el que quisiere faga forno en su casa mas non lo preste a otro e si cociere ege lo probare peche un maravedí e  derribenle  el forno e nenguno non haya poder de vender heredat ninguna  fasta que peche por ella, fueras  huerto cerrado o casa o desque pecha por la heredat, venda e faga de ella como home face de lo suyo mismo e ayalo para fijo e  para dar e para  empeñar e facer de ello lo que quisiere, mas a tal home lo dé o lo empeñe que sea vasallo de la Orden e todo poblador de Madridejos que toviere cavallo  que vala  XX  maravedís o tenga en la villa de Consuegra casa e poblada que non peche el medio maravedí del coto, e damos Vos que  ayades  por término asó  como ba al  rio de Consuegra para Camuñas fasta llegar a la carrera que ha de Madridejos a Camuñas e como atrabiesa de ay a la cañada que viene de la cabeza Perdiguera lo que es contra la sierra de los pobladores el val de la Orden e de la camuñela como ba lo más dercho que pueda a la encina que está en la carrera de Tirez, la que dizen  rosadas ricas e como  trabiesa la carrera que  ba para Tirez, por el Villarejo, toboso e lo que es  contra la cabeza del Cuende es de Madridejos, e de la carrera ayuso de Camuñas e como ba la cañada arriba fasta el Villar  de la  cabeza del  Cuende, es de  Madridejos, e de si como  parte con Consuegra facta carta primo die januari apud Madridejos, Era MCCLXXVI anno ab incarnatione Domini  MCCXXXVIII  firmamos Pero Martín, Socomendador  Peralbarez, Ferrant  Fernández. Frater  Gotierrez, Frater  Fortun Sánchez, Comendador  dalcázar, Ferrant  Pelaez  Comendador  de Tirez, Fr. Ximeno Comendador de Madridejos, de seglares Pedro de Estevanía, el juez, D. Isidro Alcalde, Martín Pariente Alcalde, e Andador  Domingo Pérez, Jurados Domingo Juanes de Fuentes-dueña e Diego Belasco Escrivano. Pero Vélquez y escripsit hane cartam. 





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Texto histórico: Manifiesto a la nación de Francisco Madero

Proclama del líder revolucionario mexicano Francisco Madero

Francisco Madero

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MANIFIESTO A LA NACIÓN

Los pueblos, en su esfuerzo constante por que triunfen los ideales de libertad y justicia, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios.

Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra independencia, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable.

En cambio de esa tiranía se nos ofrece la paz, pero es una paz vergonzosa para el Pueblo Mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza; porque no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la patria, sino enriquecer a un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos todas las concesiones y contratos lucrativos.

Tanto el Poder Legislativo como el Judicial están completamente supeditados al Ejecutivo; la división de los Poderes, la soberanía de los Estados, la libertad de los Ayuntamientos y los derechos del ciudadano, sólo existen escritos en nuestra Carta Magna; pero de hecho, en México casi puede decirse que reina constantemente la Ley Marcial; la justicia en vez de impartir su protección al débil, sólo sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte; los jueces, en vez de ser los representantes de la Justicia, son agentes del Ejecutivo, cuyos intereses sirven fielmente; las Cámaras de la Unión no tienen otra voluntad que la del Dictador; los Gobernadores de los Estados son designados por él y ellos a su vez designan e imponen de igual manera las autoridades municipales.

De esto resulta que todo el engranaje administrativo, judicial y legislativo obedece a una sola voluntad, al capricho del General Porfirio Díaz, quien en su larga administración ha demostrado que el principal móvil que lo guía es mantenerse en el poder a toda costa.

Hace muchos años se siente en toda la República profundo malestar, debido a tal régimen de Gobierno, pero el General Díaz, con gran astucia y perseverancia, había logrado aniquilar todos los elementos independientes, de manera que no era posible organizar ninguna clase de movimiento para quitarle el poder de que tan mal uso hacía.

El mal se agravaba constantemente, y el decidido empeño del General Díaz de imponer a la Nación un sucesor y siendo este el Sr. Ramón Corral, llevó ese mal a su colmo y determinó que muchos mexicanos, aunque carentes de reconocida personalidad política puesto que había sido imposible labrársela durante 36 años de dictadura, nos lanzásemos a la lucha intentando reconquistar la soberanía del pueblo y sus derechos en el terreno netamente democrático.

Entre otros partidos que tendían al mismo fin, se organizó el Partido Nacional Antireeleccionista proclamando los principios de SUFRAGIO EFECTIVO y NO REELECCION, como únicos capaces de salvar a la República del inminente peligro con que la amenaza la prolongación de una dictadura cada día más onerosa, más déspota y más inmoral.

El Pueblo Mexicano secundó eficazmente a ese partido y respondiendo al llamado que se le hizo, mandó sus representantes a una Convención, en la que también estuvo representado el Partido Nacionalista Democrático, que así mismo interpretaba los anhelos populares.

Dicha Convención designó sus candidatos para la Presidencia y Vice-Presidencia de la República, recayendo esos nombramientos en el Sr. Dr. Francisco Vázquez Gómez y en mí, para los cargos respectivos de Vice-Presidente y Presidente de la República.

Aunque nuestra situación era sumamente desventajosa porque nuestros adversarios contaban con todo el elemento oficial, en el que se apoyaban sin escrúpulos, creímos de nuestro deber, para mejor servir la causa del pueblo, aceptar tan honrosa designación.

Imitando las sabias costumbres de los países republicanos, recorrí parte de la República haciendo un llamamiento a mis compatriotas.

Mis jiras fueron verdaderas marchas triunfales, pues por doquiera el pueblo, electrizado con las palabras mágicas de Sufragio Efectivo y No Reelección, daba pruebas evidentes de su inquebrantable resolución de obtener el triunfo de tan salvadores principios.

Al fin, llegó un momento en que el General Díaz se dió cuenta de la verdadera situación de la República y comprendió que no podría luchar ventajosamente conmigo en el campo de la Democracia y me mandó reducir a prisión antes de las elecciones, las que se llevaron a cabo excluyendo al pueblo de los comicios por medio de la violencia, llenando las prisiones de ciudadanos independientes y cometiéndose los fraudes más desvergonzados.

En México, como República democrática, el poder público no puede tener otro origen ni otra base que la voluntad nacional y ésta no puede ser supeditada a fórmulas llevadas a cabo de un modo fraudulento.

Por este motivo, el Pueblo Mexicano ha protestado contra la ilegalidad de las últimas elecciones, y queriendo emplear sucesivamente todos los recursos que ofrecen las leyes de la República, en la debida forma pidió la nulidad de las elecciones ante la Cámara de Diputados, a pesar de que no reconocía en dicho cuerpo un origen legítimo y de que sabía de antemano que no siendo sus miembros representantes del pueblo, sólo acatarían la voluntad del General Díaz a quien exclusivamente deben su investidura.

En tal estado las cosas, el Pueblo, que es el único soberano, también protestó de un modo enérgico contra las elecciones, en imponentes manifestaciones llevadas a cabo en diversos puntos de la República, y si éstas no se generalizaron en todo el territorio nacional, fue debido a la terrible presión ejercida por el gobierno, que siempre ahoga en sangre cualquier manifestación democrática, como pasó en Puebla, Veracruz, Tlaxcala, México y otras partes.

Pero esta situación violenta e ilegal no puede subsistir más.

Yo he comprendido muy bien que si el Pueblo me ha designado como su candidato para la Presidencia, no es porque haya tenido oportunidad de descubrir en mí las dotes del estadista o del gobernante, sino la virilidad del patriota resuelto a sacrificarse, si es preciso, con tal de conquistar la libertad y ayudar al pueblo a librarse de la odiosa tiranía que lo oprime.

Desde que me lancé a la lucha democrática sabía muy bien que el General Díaz no acataría la voluntad de la Nación, y el noble Pueblo Mexicano, al seguirme a los comicios, sabía también perfectamente el ultraje que le esperaba; pero a pesar de ello, el pueblo dió para la causa de la Libertad un numeroso contingente de mártires cuando estos eran necesarios, y con admirable estoicismo concurrió a las casillas a recibir toda clase de vejaciones.

Pero tal conducta era indispensable para demostrar al mundo entero que el Pueblo Mexicano está apto para la democracia, que está sediento de libertad y que sus actuales gobernantes no responden a sus aspiraciones.

Además la actitud del pueblo antes y durante las elecciones, así como después de ellas, demuestra claramente que rechaza con energía al gobierno del General Díaz y que si se hubieran respetado sus derechos electorales, hubiese sido yo el electo para Presidente de la República.

En tal virtud, y haciéndome eco de la voluntad nacional, declaro ilegales las pasadas elecciones y quedando por tal motivo la República sin gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la Presidencia de la República, mientras el pueblo designa, conforme a la ley, sus gobernantes.

Para lograr este objeto es preciso arrojar del poder a los audaces usurpadores que por todo título de legalidad ostentan un fraude escandaloso e inmoral.

Con toda honradez declaro que consideraría una debilidad de mi parte y una traición al pueblo que en mí ha depositado su confianza, no ponerme al frente de mis conciudadanos, quienes ansiosamente me llaman, de todas parts del país, para obligar al General Díaz, por medio de las armas, a que respete la voluntad nacional.

El Gobierno actual, aunque tiene por origen la violencia y el fraude, desde el momento que ha sido tolerado por el Pueblo, puede tener para las naciones extranjeras ciertos títulos de legalidad hasta el 30 del mes entrante en que expiran poderes; pero como es necesario que el nuevo gobierno dimanado del último fraude, no pueda recibirse ya del poder, o por lo menos se encuentre con la mayor parte de la Nación protestando con las armas en la mano, contra esa usurpación, he designado el DOMINGO 20 del entrante Noviembre, para que de las seis de la tarde en adelante, todas las poblaciones de la República se levanten en armas bajo el siguiente

PLAN:

1o.- Se declaran nulas las elecciones para Presidente y Vice-Presidente de la República, Magistrados a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Diputados y Senadores, celebradas en Junio y Julio del corriente año.

2o.- Se desconoce al actual gobierno del General Díaz, así como a todas las autoridades cuyo poder debe dimanar del voto popular, porque además de no haber sido electas por el pueblo, han perdido los pocos títulos que podían tener de legalidad, cometiendo y apoyando con los elementos que el pueblo puso a su disposición para la defensa de sus intereses, el fraude electoral más escandaloso que registra la historia de México.

3o.- Para evitar hasta donde sea posible los trastornos inherentes a todo movimiento revolucionario, se declaran vigentes, a reserva de reformar oportunamente por los medios constitucionales, aquellas que requieran reforma, todas las leyes promulgadas por la actual administración y sus reglamentos respectivos, a excepción de aquellas que manifiestamente se hallen en pugna con los principios proclamados en este plan.

Igualmente se exceptúan las leyes, fallos de tribunales y decretos que hayan sancionado las cuentas y manejos de fondos de todos los funcionarios de la administración porfirista en todos sus ramos: pues tan pronto como la revolución triunfe se iniciará la formación de comisiones de investigación para dictaminar acerca de las responsabilidades en que hayan podido incurrir los funcionarios de la Federación, de los Estados, y de los Municipios.

En todo caso serán respetados los compromisos contraídos por la administración porfirista con gobiernos y corporaciones extranjeros antes del 20 del entrante.

Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, ya por acuerdos de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los tribunales de la república.

Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario, se declaran sujetos a revisión tales disposiciones y fallos y se exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por los perjuicios sufridos.

Sólo en el caso de que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la promulgación de este plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de aquellos en cuyo beneficio se verificó el despojo.

4o.- Además de la Constitución y Leyes vigentes, se declara ley suprema de la República el principio de No-Reelección del Presidente y Vice-Presidente de la República, Gobernadores de los Estados y Presidentes Municipales, mientras se hagan las reformas constitucionales respectivas.

5o.- Asumo el carácter de Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos, con las facultades necesarias para hacer la guerra al Gobierno usurpador del General Díaz. Tan pronto como la capital de la República y más de la mitad de los Estados de la Federación estén en poder de las fuerzas del Pueblo, el Presidente Provisional convocará a elecciones generales extraordinarias para un mes después y entregará el poder al Presidente que resulte electo, tan pronto como sea conocido el resultado de la elección.

6o.- El Presidente Provisional antes de entregar el poder, dará cuenta al Congreso de la Unión del uso que haya hecho de las facultades que le confiere el presente plan.

7o.- El día 20 del mes de Noviembre, de las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente la gobiernan.

(Los pueblos que estén retirados de las vías de comunicación lo harán desde la víspera).

8o.- Cuando las autoridades presenten resistencia armada, se obligará por la fuerza de las armas a respetar la voluntad popular; pero en este caso las leyes de la guerra serán rigurosamente observadas, llamándose especialmente la atención sobre las prohibiciones relativas a no usar balas expansivas, ni fusilar a los prisioneros. También se llama la atención respecto al deber de todo mexicano de respetar a los extranjeros en sus personas e intereses.

9o.- Las autoridades que opongan resistencia a la realización de este plan, serán reducidos a prisión para que se les juzgue por los tribunales de la República cuando la revolución haya terminado. Tan pronto como cada ciudad o pueblo recobre su libertad, se reconocerá como autoridad legítima provisional, al principal Jefe de las armas, con facultad para delegar sus funciones en algún otro ciudadano caracterizado, quien será confirmado en su cargo o removido por el Gobernador Provisional.

Una de las primeras medidas del gobierno provisional será poner en libertad a todos los presos políticos.

10o.- El nombramiento de Gobernador Provisional de cada Estado que haya sido ocupado por las fuerzas de la revolución, será hecho por el Presidente Provisional. Este Gobernador tendrá estricta obligación de convocar a elecciones para Gobernador Constitucional del Estado tan pronto como sea posible, a juicio del Presidente Provisional.

Se exceptúan de esta regla los Estados que de dos años a esta parte han sostenido campañas democráticas para cambiar de gobierno, pues en éstos se considerará como Gobernador Provisional al que fue candidato de el pueblo, siempre que se adhiera activamente a este plan.

En caso de que el Presidente Provisional no haya hecho el nombramiento de Gobernador, que este nombramiento no hubiera llegado a su destino o bien que el agraciado no aceptare por cualquier circunstancia, entonces el Gobernador será designado por votación entre todos los Jefes de las Armas que operen en el territorio del Estado respectivo, a reserva de que su nombramiento sea ratificado por el Presidente Provisional tan pronto como sea posible.

11o.- Las nuevas autoridades dispondrán de todos los fondos que se encuentren en las oficinas públicas, para los gastos ordinarios de la administración y para los gastos de la guerra, llevando las cuentas con toda escrupulosidad. En caso de que esos fondos no sean suficientes para los gastos de la guerra, contratarán empréstitos, ya sean voluntarios o forzosos. Estos últimos sólo con ciudadanos o instituciones nacionales.

De estos empréstitos se llevará también cuenta escrupulosa y se otorgarán recibos en debida forma a los interesados, a fin de que al triunfar la revolución se les restituya lo prestado.

Transitorio. A.- Los jefes de fuerzas voluntarias tomarán el grado que corresponda al número de fuerzas a su mando. En caso de operar fuerzas militares y voluntarias unidas, tendrá el mando de ellas el jefe de mayor graduación, pero en caso de que ambos jefes tengan el mismo grado, el mando será del jefe militar.

Los jefes civiles disfrutarán de dicho grado mientras dure la guerra, y una vez terminada, esos nombramientos, a solicitud de los interesados, se revisarán por la Secretaría de Guerra que los ratificará en su grado o los rechazará, según sus méritos.

B.- Todos los jefes, tanto civiles como militares, harán guardar a sus tropas la más estricta disciplina; pues ellos serán responsables ante el Gobierno Provisional de los desmanes que cometan las fuerzas a su mando, salvo que justifiquen no haberles sido posible contener a sus soldados y haber impuesto a los culpables el castigo merecido.

Las penas más severas serán aplicadas a los soldados que saqueen alguna población o que maten a prisioneros indefensos.

C.- Si las fuerzas y las autoridades que sostienen al General Díaz fusilan a los prisioneros de guerra, no por eso y como represalia se hará lo mismo con los de ellos que caigan en poder nuestro; pero en cambio, serán fusiladas dentro de las veinticuatro horas y después de un juicio sumario, las autoridades civiles o militares al servicio del General Díaz, que una vez estallada la revolución hayan ordenado, dispuesto en cualquier forma, transmitido la orden o fusilado a alguno de nuestros soldados.

De esta pena no se eximirán ni los más altos funcionarios; la única excepción será el General Díaz y sus ministros, a quienes en caso de ordenar dichos fusilamientos o permitirlos, se les aplicará la misma pena, pero después de haberlos juzgado por los tribunales de la República, cuando haya terminado la revolución.

En el caso de que el General Díaz disponga que sean respetadas las leyes de la guerra, y que se trate con humanidad a los prisioneros que caigan en sus manos, tendrá la vida salva, pero de todos modos deberá responder ante los tribunales de cómo ha manejado los caudales de la Nación y de cómo ha cumplido con la Ley.

D.- Como es requisito indispensable en las leyes de la guerra que las tropas beligerantes lleven algún uniforme o distintivo y como sería difícil uniformar a las numerosas fuerzas del pueblo que van a tomar parte en la contienda, se adoptará como distintivo de todas las fuerzas libertadoras, ya sean voluntarias o militares, un listón tricolor, en el tocado, o en el brazo.

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Conciudadanos: Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al gobierno del General Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las útlimas elecciones, sino por salvar a la patria del porvenir sombrío que la espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía científica, que sin escrúpulos y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, y si permitimos que continúen en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra: habrán llevado al pueblo a la ignominia y lo habrán envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejándolo en la más absoluta miseria; habrán causado la bancarrota de nuestras finanzas y la deshonra de nuestra patria, que débil, empobrecida y maniatada, se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones.

Por lo que a mí respecta, tengo la conciencia tranquila y nadie podrá acusarme de promover la revolución por miras personales, pues está en la conciencia nacional que hice todo lo posible por llegar a un arreglo pacífico y estuve dispuesto hasta renunciar mi candidatura siempre que el General Díaz hubiese permitido a la Nación designar aunque fuese al Vice-Presidente de la República; pero dominado por incomprensible orgullo y por inaudita soberbia, desoyó la voz de la Patria y prefirió precipitarla en una revolución antes de ceder un ápice, antes de devolver al pueblo un átomo de sus derechos, antes de cumplir aunque fuese en las postrimerías de su vida, parte de las promesas que hizo en la Noria y Tuxtepec.

El mismo justificó la presente revolución cuando dijo: "Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder y esta será la última revolución".

Si en el ánimo del General Díaz hubiesen pesado más los intereses de la Patria que los sórdidos intereses de él y de sus consejeros hubiera evitado esta revolución haciendo algunas concesiones al pueblo; pero ya que no lo hizo... ¡tanto mejor! el camino será más rápido y más radical, pues el pueblo mexicano en vez de lamentarse como un cobarde, aun cobarde, aceptará como un valiente el reto, y ya que el General Díaz pretende apoyarse en la fuerza bruta para imponerle un yugo ignominioso, el pueblo recurrirá a la misma fuerza para sacudir ese yugo, para arrojar a ese hombre funesto del poder y para reconquistar su libertad.

Conciudadanos: No vaciléis pues un momento: tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria.

SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCIÓN.

San Luis Potosí, Octubre 5 de 1910.

FRANCISCO I. MADERO




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Texto histórico: La caída del Telón de acero

Texto sobre la Guerra Fría de Winston Churchill. Discurso donde dio a conocer la expresión "Telón de Acero". El acto en la Universidad de Fulton estaba presidido por el presidente de los EEUU Harry S. Truman. y estaba también presente gran parte de la intelectualidad y gente de prestigio económico del país norteamericano.


Winston Churchill
Haz click en las imágenes para verlas mejor

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“Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático, un Telón de Acero ha caído sobre el continente. Tras esta línea se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de la Europa central y oriental: Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía. Todas estas ciudades famosas y sus poblaciones en torno a ellas permanecen en lo que yo debo llamar el área de influencia soviética (…). Los partidos comunistas, que eran muy pequeños en estos países de la Europa oriental, han sido elevados a la preeminencia y al poder muy por encima del número de sus afiliados y están pretendiendo, en todas partes, obtener el control absoluto.”


Winston Churchill: Discurso en la universidad de Fulton (Missouri)

 (5 de marzo de 1946).


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Texto de Louis de Jaucourt sobre el Tercer Estado

Texto del filósofo y enciclopedista francés Louis de Jaucourt sobre el Tercer Estado.  Buen texto sobre el ambiente que se estaba formando en Francia antes de la revolución de 1789.

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Louis de Jaucourt

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Antaño en Francia, el pueblo era considerado la parte más útil, la más preciosa y la más respetable de la nación. Entonces se creía que el pueblo no podía ocupar un lugar en los Estados Generales y los Parlamentos del reino (…). Las ideas han cambiado, y ahora hasta la clase de hombres que han de formar el pueblo se reduce cada día más. Antaño era el pueblo el estado general de la nación, simplemente opuesto al de los grandes y los nobles. Incluía a los labradores, los obreros, los artesanos, los negociantes, los financieros, las gentes de letras y las gentes de leyes. Pero ahora se piensa que ese cuerpo de la nación se reduce a los obreros y a los labradores.

Las gentes de leyes han salido de la clase del pueblo ennobleciéndose sin ayuda de la espada, y las gentes de letras han considerado al pueblo como profano. No sería honesto llamar pueblo a quienes cultivan las bellas artes o a quienes engarzan un diamante a la perfección, o arreglan una prenda de moda soberbiamente;  tales manos no se parecen en nada a las del pueblo. No mezclemos tampoco a los negociantes con el pueblo; desde que puede adquirirse la nobleza por medio del comercio, los financieros han tomado tan altos vuelos que se codean con los grandes del reino y se han mezclado y confundido con ellos, aliados a los nobles, a los que conceden pensiones, sostienen y sacan de la miseria. Louis de JAUCOURT
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Texto histórico: We choose to go to the moon. /Hemos escogido ir a la luna de John. F. Kennedy

Texto de John Fitzgerald Kennedy sobre su apuesta para carrera espacial. Ideal para tratar el tema de la Guerra Fría. Discurso dado el 12 de septiembre de 1962 en el Rice Stadium de Texas.



We choose to go to the moon. /Hemos escogido ir a la luna.

12 de septiembre de 1962
Presidente Pitzer, Señor Vicepresidente, Gobernador, Congresista Thomas, Senador Wiley, Congresista Miller, Señor Webb, Señor Bell, científicos, distinguidos invitados, señoras y señores:
     Agradezco al señor Presidente por haberme elegido como profesor invitado honorario y le aseguro que mi primera conferencia será muy breve.

Kennedy en el Rice Stadium

     Estoy encantado de estar aquí y, en especial, de estar aquí en esta ocasión.
     Nos reunimos en una universidad célebre por el conocimiento, en una ciudad célebre por el progreso, en un Estado célebre por la fuerza, y tenemos necesidad de los tres, ya que nos encontramos en un momento de cambio y desafío, en una década de esperanza y temor, en una era de conocimiento e ignorancia. Mientras más aumenta nuestro conocimiento, más evidente es nuestra ignorancia.
     A pesar del sorprendente hecho de que la mayoría de los científicos que el mundo haya conocido están vivos y trabajando en la actualidad, a pesar del hecho de que el número de científicos de nuestra nación se duplica cada 12 años a una tasa de crecimiento de más de tres veces nuestra población total, a pesar de ello, la vasta extensión de lo desconocido, las preguntas sin respuesta y las cosas sin terminar aún están lejos de nuestra comprensión colectiva.
     Ningún hombre puede saber a ciencia cierta en qué medida y qué tan rápido hemos llegado, pero resuman, si son tan amables, los 50.000 años de historia del hombre registrada en un lapso de tiempo de medio siglo. Dicho así, sabemos muy poco acerca de los primeros 40 años, excepto que al final de ellos, los hombres avanzados habían aprendido a usar la piel de los animales para cubrirse. Luego, hace 10 años atrás aproximadamente, bajo este criterio, el hombre emergió de su cueva para construir otro tipo de refugio. Solo hace cinco años el hombre aprendió a escribir y a usar una carreta con ruedas. La Cristiandad comenzó hace menos de dos años. Este año se creó la imprenta, y hace menos de dos meses, durante este período de 50 años de la historia de la humanidad, la máquina a vapor proporcionó una nueva fuente de poder.
     Newton exploró el significado de la gravedad. El mes pasado, aparecieron las luces eléctricas, los teléfonos, los automóviles y los aviones. Solo la semana pasada se desarrolló la penicilina, la televisión y la energía nuclear, y hoy si las nuevas naves espaciales de los Estados Unidos tienen éxito en llegar a Venus, antes de esta media noche literalmente habremos alcanzado las estrellas.
     Este es un paso impresionante, y un paso como este no puede ayudar sino a originar nuevos males, nueva ignorancia, nuevos problemas y nuevos peligros a medida que disipa lo viejo. Sin duda, las vistas que se abren del espacio prometen altos costos y dificultades, además de una gran recompensa.
     Así que no es de extrañar que algunos prefieran que nos quedemos donde estamos un tiempo más para descansar y esperar. Pero esta ciudad de Houston, este estado de Texas, este país de los Estados Unidos no fueron construidos por quienes esperaban o descansaban y deseaban mirar detrás de ellos. Este país fue conquistado por aquellos que se adelantaron, y lo mismo sucederá con el espacio.
     William Bradford, al hablar en 1630 sobre la fundación de la Colonia de la Bahía de Plymouth, dijo que todas las acciones grandes y honorables van acompañadas de grandes dificultades, y que ambas deben ser resueltas y superadas con una valentía responsable.
     Si esta resumida historia de nuestro avance nos enseña algo, es que el hombre, en su búsqueda del conocimiento y el progreso, está decidido y no puede ser disuadido. La exploración del espacio seguirá adelante, participemos o no, y es una de las grandes aventuras de todos los tiempos, y ninguna nación que pretenda ser líder de otras naciones puede esperar quedarse atrás en la carrera por el espacio.
     Quienes nos precedieron se aseguraron de que este país estuviera a la cabeza de la revolución industrial, a la cabeza de las invenciones modernas y a la cabeza de la energía nuclear, y esta generación no pretende quedarse atrás en la nueva era del espacio. Queremos ser parte de ella, queremos liderarla. Porque los ojos del mundo ahora dirigen su mirada al espacio, a la luna y a los planetas que hay más allá, hemos prometido que no lo veremos gobernado por una bandera de conquista hostil, sino por un estandarte de libertad y paz. Hemos prometido que no veremos un espacio repleto de armas de destrucción masiva, sino de instrumentos de conocimiento y comprensión.
     Sin embargo, las promesas de esta Nación solo se pueden cumplir si esta Nación es la primera, y por lo tanto, pretendemos ser los primeros. En resumen, nuestro liderazgo en la ciencia y la industria, nuestras esperanzas de paz y seguridad, nuestras obligaciones para con nosotros mismos y los demás, nos obligan a hacer este esfuerzo para resolver estos misterios, para resolverlos por el bien de la humanidad y para convertirnos en la nación líder del mundo en el espacio.
     Zarpamos en este nuevo mar porque hay nuevos conocimientos que adquirir, nuevos derechos que ganar, los cuales se deben adquirir y usar para el progreso de todas las personas. Porque la ciencia espacial, al igual que la ciencia nuclear y toda la tecnología, no tiene su propia conciencia. Si se convertirá en una fuerza para bien o para mal depende del hombre, y solo si los Estados Unidos ocupan una posición de supremacía podremos ayudar a decidir si este nuevo océano será un mar de paz o un nuevo teatro de guerra aterrador. No estoy diciendo que debemos estar o estaremos más desprotegidos contra el mal uso hostil del espacio de lo que lo estamos contra el uso hostil de la tierra o el mar, sino que afirmo que el espacio se puede explorar y conquistar sin alimentar el fuego de la guerra, sin repetir los errores que el hombre ha cometido al expandirse por todo el mundo.
     Todavía no hay enfrentamientos, prejuicios ni conflictos entre naciones en el espacio exterior. Sus peligros son hostiles para todos nosotros. Su conquista merece lo mejor de toda la humanidad, y es posible que la oportunidad de una cooperación pacífica nunca se repita. Pero, ¿por qué, dicen algunos, la luna? ¿Por qué elegirla como nuestro objetivo? Y podrían también preguntar perfectamente, ¿por qué escalar la montaña más alta? ¿Por qué hace 35 años sobrevolamos el Atlántico? ¿Por qué Rice juega en Texas?
     Hemos decidido ir a la luna. Elegimos ir a la luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles, porque ese desafío servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese desafío es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, uno que no queremos posponer, y uno que intentaremos ganar, al igual que los otros.
     Por estas razones considero que la decisión que tomamos el año pasado de acelerar nuestros esfuerzos en el espacio es una de las decisiones más importantes que se tomarán durante mi ejercicio del cargo en la Presidencia.
     En las últimas 24 horas hemos visto las instalaciones que se están construyendo para la mayor y más compleja exploración en la historia del hombre. Hemos sentido temblar la tierra y el aire sacudidos por la prueba del cohete Saturno C-1, mucho más potente que el Atlas que lanzó a John Glenn, cuya energía generada equivale a 10.000 automóviles acelerados a fondo. Hemos visto el lugar donde cinco motores F-1, cada uno tan poderoso como los ocho motores del Saturno combinados, se agruparán para formar el avanzado misil Saturno, que se ensamblará en un edificio nuevo que se construirá en Cabo Cañaveral, una estructura de 48 pisos tan ancha como una manzana y con el doble de longitud que esta cancha.
     En los últimos 19 meses, al menos, 45 satélites han orbitado la Tierra. Aproximadamente 40 de ellos se “construyeron en los Estados Unidos de Norteamérica” y eran mucho más sofisticados y entregaban mayores conocimientos a las personas del mundo que aquellos de la Unión Soviética.
     La nave espacial Mariner, ahora en su trayecto a Venus, es el instrumento más complejo en la historia de la ciencia espacial. La precisión de ese lanzamiento es comparable a disparar un misil desde Cabo Cañaveral y dejarlo caer en este estadio entre las líneas de las 40 yardas.
     Los satélites Transit ayudan a nuestros barcos a seguir un rumbo más seguro en el mar. Los satélites Tiro nos han dado advertencias sin precedentes de huracanes y tormentas, y harán lo mismo con relación a los incendios forestales y a los icebergs.
     Hemos tenido nuestros fracasos, pero también los han tenido los demás, aunque no los admitan. Y posiblemente sean menos públicos.
     Ciertamente, estamos rezagados, y por un tiempo lo estaremos en los vuelos tripulados. Sin embargo, no pretendemos permanecer rezagados, y en esta década, nos recuperaremos y seguiremos adelante.
     El crecimiento de nuestra ciencia y educación se verá enriquecido por los nuevos conocimientos sobre nuestro universo y medio ambiente, por nuevas técnicas de aprendizaje, cartografía y observación, por nuevas herramientas y computadoras para la industria, la medicina, el hogar y las escuelas. Las instituciones técnicas, como Rice, cosecharán los frutos de estas ganancias.
     Y por último, aunque el programa espacial en sí aún está en pañales, ya ha creado una gran cantidad de nuevas empresas y decenas de miles de nuevos trabajos. El espacio y las industrias relacionadas generan nuevas demandas en inversión y personal calificado, y esta ciudad y este Estado, y esta región, participarán en gran medida de este crecimiento. Lo que alguna vez fue el puesto de avanzada más lejano en la antigua frontera del oeste será el puesto de avanzada más lejano de la nueva frontera de la ciencia y el espacio. Houston, su ciudad de Houston, con su Centro de Naves Espaciales Tripuladas, se convertirá en el corazón de una gran comunidad de científicos e ingenieros. Durante los próximos cinco años, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio espera duplicar la cantidad de científicos e ingenieros en esta área y aumentar su desembolso en sueldos y gastos a $60 millones al año; invertir $200 millones en instalaciones de plantas y laboratorios; y administrar o contratar para el nuevo programa espacial más de mil millones de este Centro en esta ciudad.
     Sin duda, todo esto nos cuesta una buena cantidad de dinero. El presupuesto de este año para temas espaciales es tres veces lo que fue en enero de 1961 y es mayor que el presupuesto espacial de los ochos años previos combinados. Este presupuesto asciende ahora a $5.400 millones al año, una suma asombrosa, aunque algo menor a lo que pagamos por cigarrillos y puros cada año. Los gastos para el programa espacial pronto aumentarán otro poco, de 40 centavos por semana por persona a más de 50 centavos por semana por cada hombre, mujer y niño en los Estados Unidos, ya que hemos dado a este programa una prioridad nacional alta, aunque me doy cuenta de que en cierta medida es un acto de fe y visión y por ahora no sabemos qué beneficios nos traerá. Pero si afirmara, mis conciudadanos, que enviaremos a la luna, a 240.000 millas de distancia de la estación de control en Houston, un cohete gigante de más de 300 pies de altura, del largo de esta cancha de fútbol americano, confeccionado de nuevas aleaciones de metal, algunas de las cuales aún no se han inventado, capaz de resistir el calor y la presión muchas más veces de las que se han experimentado, ensamblado con una precisión mejor que la del reloj más fino, que lleva todo el equipamiento necesario para la propulsión, la dirección, el control, las comunicaciones, la alimentación y la supervivencia, en una misión nunca antes intentada, a un cuerpo celeste desconocido, y luego traerlo de regreso a la Tierra de manera segura, que vuelva a entrar a la atmósfera a una velocidad mayor a 25.000 millas por hora con lo que genera un calor equivalente a la mitad de la temperatura del sol, casi tan caluroso como hoy, y que haremos todo esto, y lo haremos bien, y lo haremos primero antes de que termine esta década, entonces tenemos que ser audaces.
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